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                    Accademia del Piacere
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Día 9 de agosto, Castillo del Papa Luna, 22.30 h
Accademia del Piacere
Fahmi Alqhai, viola da gamba y dirección
Les violes du ciel et de l’enfer. La viola da gamba a la cort del Rei Sol
Fahmi Alqhai, viola da gamba & dirección
Rami Alqhai, viola da gamba
Javier Núñez, clavecín
Programa del concierto
Les Violes du Ciel et de l'Enfer
Marin Marais (1656-1728)
Marche Tartare
Allemande La Superbe
La Reveuse
L’Arabesque
Les Voix Humaines
La Guitare
Marche Persane La Savigny
Les Folies d’Espagne
Antoine Forqueray (1671-1745)
La Laborde
La Portugaise
La Couperin (versió per a clavicémbal)
La Rameau
Jupiter
Jean-Philippe Rameau (1683-1764)
Les Sauvages
Accademia del Piacere - Fahmi Alqhai
La  valentía de sus innovadores proyectos y la fuerte personalidad  artística de su director han hecho de Accademia del Piacere el grupo de  vanguardia de la música antigua española y uno de los punteros en  Europa, gracias a su concepción de la música histórica como algo vivo,  lleno de emociones que sus músicos interiorizan como propias y  transmiten al espectador.
En sus grabaciones para Alqhai &  Alqhai y Glossa, Accademia del Piacere ha revelado nuevos matices en  repertorios fundamentales de la música histórica como el Seicento  italiano, la música española del Renacimiento (Rediscovering Spain) o la  escénica del Barroco hispano (Cantar de Amor, dedicado a Juan Hidalgo),  y ha recibido por ello reconocimientos como el Choc de Classica  (Francia), el Prelude Award (Holanda) y el premio GEMA al Mejor Grupo  Barroco español en 2016. Accademia y Alqhai sorprenden además visitando  territorios artísticos ajenos al historicismo, como en Las idas y las  vueltas, junto al cantaor flamenco Arcángel, Giraldillo a la Mejor  Música de la Bienal de Flamenco de Sevilla 2012.
Accademia del  Piacere ha actuado en los escenarios más prestigiosos de la música  clásica europea y mundial, como el Konzerthaus de Berlín y el de Viena,  la Philharmonie de Colonia, la Fundação Gulbenkian de Lisboa, el  Auditorio Nacional de Madrid y otros muchos de Holanda, México,  Colombia, Francia, EEUU, Japón, Bélgica, Alemania, Suiza, España... Sus  conciertos son regularmente emitidos en directo por la Unión Europea de  Radiodifusión y sus emisoras asociadas, y ha aparecido en múltiples  emisiones televisivas.
Fahmi Alqhai, viola da gamba
Fahmi  Alqhai es hoy considerado uno de los más importantes intérpretes de  viola da gamba del mundo, y uno de los mayores renovadores de la  interpretación de la música antigua, gracias a su concepción arriesgada,  personal y comunicativa del acercamiento a los repertorios históricos.
Nacido  en Sevilla en 1976 de padre sirio y madre palestina, se formó en  Sevilla y Suiza (Schola Cantorum Basiliensis y Conservatorio della  Svizzera Italiana de Lugano) con los profesores Ventura Rico, Paolo  Pandolfo y Vittorio Ghielmi. Trabajó para conjuntos y directores de  primer nivel (Jordi Savall, Ton Koopman, Pedro Memelsdorff, Uri  Caine...), mientras obtenía la licenciatura de Odontología por la  Universidad de Sevilla.
Focalizada ya su carrera hacia su  vertiente solista y su conjunto, Accademia del Piacere, Fahmi Alqhai ha  dirigido innovadoras grabaciones para Glossa (Rediscovering Spain,  Cantar de Amor...) que han recibido importantes reconocimientos a nivel  mundial, incluso fuera del ámbito de las músicas históricas, como el  Giraldillo a la Mejor Música de la Bienal de Flamenco de Sevilla 2012  por Las idas y las vueltas —su cuarto CD—, junto al cantaor Arcángel, y  el Giraldillo 2016 a la Innovación por Diálogos, junto a Rocío Márquez.
En  2014 Alqhai presenta su primer CD a solo, A piacere, cuya renovadora  concepción de la viola da gamba recibe una excelente acogida en toda  Europa. Para la revista británica Gramophone es un disco  “extraordinario” que “lleva la viola da gamba a un nuevo terreno de  gozoso potencial”, y “un feliz tributo a todo lo que la viola pudo haber  sido, y puede aún ser”. Con él gira por Japón y EEUU, tras haber  dirigido a Accademia del Piacere en las salas de concierto más  importantes del mundo, como el Konzerthaus de Viena y el de Berlín, la  nueva Elbphilharmonie de Hamburgo, la Philharmonie de Colonia  (Alemania), la Fundación Gulbenkian de Lisboa (Portugal), el Auditorio  Nacional de Madrid (España) y muchos otros escenarios de Holanda,  México, Colombia, Suiza, Francia, Italia... En 2016 presenta su trabajo  más personal como solista, The Bach Album, para el sello Glossa, Disco  Excepcional para Scherzo.
Desde 2009 es director artístico del FeMÀS, Festival de Música Antigua de Sevilla.
Notas al programa
Cuando  en 1661 asume de forma efectiva el poder, Luis XIV no ha olvidado los  sucesos de la Fronda que amargaron su niñez. Está por ello obsesionado  con el orden y desea por encima de todo controlar a la levantisca  aristocracia del reino. Tras la firma del Tratado de los Pirineos en  1659, Francia se ha convertido sin discusión en la primera potencia de  Europa, y el rey no está dispuesto a renunciar al futuro de grandeza que  el nuevo contexto internacional le augura. Por eso, por salvaguardar la  dignidad de su majestad en un entorno solemne y por tener bajo su mano a  los poderosos, decide trasladar la corte de París a Versalles, donde  convertirá el viejo pabellón de caza que construyera décadas atrás su  padre en el más suntuoso e imponente palacio que hubiera podido soñar  jamás casa real alguna.
Como se trataba además de impresionar al  visitante (sobre todo, si era extranjero), el rey no escatimó en gastos  para atraer hasta su nueva residencia a los más ilustres intelectuales y  a los mejores artistas de Francia. Años después, en El siglo de Luis  XIV, Voltaire recordaría entusiasmado aquella confluencia de talentos:  “Es una época digna de la atención de tiempos venideros aquella en la  que los héroes de Corneille y de Racine, los personajes de Molière, las  sinfonías de Lulli, nuevas para la nación, y (ya que aquí no se trata  únicamente de las artes) las voces de Bossuet y de Bourdaloue eran  escuchadas por Luis XIV, Condé, Turenne, Colbert, y esta multitud de  hombres superiores. No volverán los tiempos en que un duque de La  Rochefoucauld, autor de las Máximas, tras charlar con Pascal, se dirigía  al teatro de Corneille. No ha habido muchos genios desde los hermosos  días de estos artistas ilustres; parece que la naturaleza descansó.”
En  este fastuoso ambiente, en el que convivían la aristocracia de la  sangre y la del arte, había de producirse a finales del siglo XVII el  encuentro entre los dos más grandes violagambistas que conocieran los  tiempos. Marin Marais había nacido en París en 1656, hijo de un humilde  zapatero, y se había formado como niño de coro en Saint-  Germain-l’Auxerrois antes de pasar unos meses junto a Jean de  Sainte-Colombe, el gran maestro de la viola francesa. A los 20 años  estaba ya en Versalles como miembro de la Academia Real de Música y en  la corte haría toda su carrera artística. Antoine de Forqueray era  también parisino, pero pertenecía a una familia de músicos. Nacido en  1671, llegó a Versalles con sólo 17 años para formar parte de La Chambre  du Roy, deslumbrando a todos con su delirante virtuosismo y provocando  frecuentes altercados por su carácter colérico. 
Marais y  Forqueray chocaban en todo. El primero era un artesano con aspiraciones  de ascender en la escala social y la clara voluntad de dejar testimonio  de su arte, lo que documentan principalmente sus cinco libros de viola  editados entre 1686 y 1725. El segundo, un altivo revolucionario de la  improvisación, que se jactaba de no haber escrito jamás una nota. Marais  se presentaba como el heredero de toda una tradición que había hecho de  la viola uno de los instrumentos más nobles de la Francia de su época:  sus danzas y sus piezas de carácter agrupadas por tonalidades en forma  de suites extendieron el gusto por las ediciones dedicadas al  instrumento en las primeras décadas del Setecientos. Forqueray  despreciaba hasta tal punto la letra impresa que si sus piezas han  sobrevivido ha sido gracias a su hijo Jean-Baptiste, que las publicó  póstumamente en 1747. En Marais alentaba el espíritu clásico. En  Forqueray, el del exceso.
Ninguno de los dos pudo evitar en  cualquier caso el declive de la viola, que era ya muy acentuado en 1740,  el año en que Hubert le Blanc publicó su famoso tratado en defensa del  instrumento en el que recordaba los años gloriosos en que los corrillos  artísticos parisinos eran un hervidero de chismes y noticias en torno a  esos dos grandes prodigios enfrentados, el dulce Marais, “que tocaba  como un ángel”, y el furioso Forqueray, “que lo hacía como un diablo”.  Trescientos años después, el duelo continúa...
Pablo J. Vayón
                           
                
                        
                        
                            
                        
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