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Más de 120.000 personas asisten al piromusical del XVIII Festival de Música Antigua y Barroca de Peñíscola
El espectáculo piromusical que inauguró el viernes el XVIII Festival de Música Antigua y Barroca de Peñíscola, que organizan CulturArts Generalitat, la Diputación de Castellón y el Ayuntamiento, congregó a más de 120.000 espectadores situados a lo largo de los ocho kilómetros de playa que unen la localidad con Benicarló.
El director general de CulturArts, Manuel Tomás, ha destacado "la combinación entre la presencia valenciana y la propuesta de músicos internacionales que consolida el prestigio del Festival". Asimismo, Tomás ha incidido en la "colaboración entre las administraciones local, provincial y autonómica para desarrollar un festival que se ha convertido en marca de referencia para Peñíscola".
La música coral de El Mesías de Händel y la magia de los efectos de la Pirotecnia Tomás de Benicarló se sincronizaron para invitar al público a asistir a una edición caracterizada por la presencia de algunos de los grupos valencianos con mayor proyección exterior y por la participación de formaciones internacionales de primer nivel.
El clavecinista Pablo Márquez ofrece el primer concierto de las dos actuaciones gratuitas del festival, en el salón gótico del Castillo del Papa Luna, integrado por obras de Louis Couperin, Johann Sebastian Bach y Georg Friedrich Händel.
“El programa resume tres de los grandes pilares de la música para tecla de carácter profano de los siglos XVII y XVIII: la música de danza, agrupada en suites; la música enmarcada en el stylus phantasticus e influida por el uso de la retórica y la música puramente contrapuntística. Con esta elección he intentado acercar al público una pequeña parte de cada uno de ellos”, explica Márquez.
"La Suite en la menor de Couperin está sacada del Manuscrito de Bauyn, un documento que contiene música del repertorio francés para clavecín de entre los años 1640 y 1670. Las obras se agrupan por tonalidades y formas musicales, por lo que el intérprete podía escoger a su gusto las que conformarían la suite, seleccionando piezas más o menos largas, de diferente carácter, etc., de acuerdo con la ocasión”.
“Como elemento característico de la música de Couperin podemos encontrar los Préludes non mesurés, de carácter improvisado, que se interpretaban antes de cada suite. Muestran simplemente las armonías deseadas, además de proporcionar algunas sugerencias en la dirección que debe seguir la música, pero dejando a la libertad e imaginación del intérprete el resultado final, cada vez diferente”, añade el clavecinista.
A continuación, encontramos la Fantasía cromática, “una de las piezas maestras de Bach, donde podemos encontrar pasajes cromáticos en tonalidades completamente inusitadas en la época y giros y cadencias inesperadas”. En la fuga asociada a esta pieza “Bach despliega todo su ingenio y arte”. La composición “despertó tal interés en los compositores posteriores que incluso figuras de la talla de Max Reger adaptaron la pieza al órgano y estética romántica”.
La Zarabanda con variaciones de Händel, “conocida por haber sido utilizada por Kubrik en su película Barry Lyndon , pertenece a la Suite en re menor HWV 437. Se trata de una pieza en compás ternario en el que el acento se encuentra en el segundo tiempo, propio de las zarabandas de estilo francés”.
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